Ella usa las escaleras
Ella usa las escaleras. Ya no usa el ascensor. ¿Por qué? Desde que se le apareció el fantasma en la caja que sube y baja dentro del edificio, ella ya no usa más el ascensor. Ella usa las escaleras en su interminable viaje hacia la cima. Ella usa las escaleras de ese estrecho y oscuro edificio de cemento. Y su viaje hacia la terraza aún no termina. Ella usa las escaleras.
Ella usa las escaleras.
Y mientras va subiendo su cuerpo pierde corporeidad hasta asemejarse, cada vez más, al fantasma que se le apareció cuando bajaba por el ascensor. ¿Sería ella misma ese fantasma?
Ella usa las escaleras.
Y mientras va subiendo va viajando al pasado. Y, una vez que llegue a la terraza y salga por la puerta (y la puerta esté extrañamente al nivel del suelo, un suelo terroso, arcilloso), encontrará un territorio desolado y nocturno, vacío de toda edificación y toda vida. ¿O será el futuro?
Ella usa las escaleras.
Y mientras va subiendo su cuerpo va animalizándose cada vez más, cobrando la apariencia de un lobo. Pronto en los últimos pisos, la mujer-lobo en la que se habrá convertido deberá seguir avanzando en cuatro patas. Y lo que saldrá por la puerta de la terraza a la luz del día al ras de un bosque verde será un animal, un lobo. ¿O será de noche para iniciar una cacería sangrienta?
Ella usa las escaleras.
Detrás de ella, varios pisos más abajo, los muertos van subiendo en pos suyo. Ella va corriendo, sube a toda velocidad, pero la escalera no se termina nunca. Y los muertos, por lento que suban, ante la infinitud de la escalera, terminarán por alcanzarla y la devorarán. ¿O saldrá por la puerta de la terraza, a la luz de un cementerio nocturno como una muerta más, lánguida, desvaída, de mirada perdida y muerto andar?
Ella usa las escaleras.
Y mientras va subiendo va muriendo. Ya los últimos peldaños le significarán una agonía. Y el abrir la puerta de la terraza, la muerte. ¿Saldrá por la puerta de la terraza en un renacer olímpico, luminoso?
Ella usa las escaleras.
Y en cada escalón se va pudriendo con cada pisada. Pronto saldrá por la puerta de la terraza, girando el picaporte con ósea mano, un mondo esqueleto de ropas raídas. ¿Habrá muerto en realidad hace años y sólo va subiendo en dirección hacia su féretro por las oscuras escaleras que unen los distintos niveles de la bóveda familiar?
Ella usa las escaleras.
Y sabe que en la terraza la espera su amor. Y que está yendo hacia él. ¿O su amor está en la Planta Baja del edificio y ella en realidad está huyendo?
Ella usa las escaleras.
Y con cada peldaño que sube se va tornando azul. Pronto llegará arriba de todo con la piel, el pelo y el vestido azules. ¿Será ella en realidad una idea que va perdiendo su forma humana y que asciende desde este mundo nuestro al mundo de las ideas incorpóreas, concebidas pero no encarnadas, sutiles?
Ella usa las escaleras.
Y con cada ascenso sus piernas pierden fuerza y se funden en una sola, hasta tal punto que debe avanzar arrastrándose con los brazos mientras su ya única pierna va escamándose y haciéndose una cola. De alguna parte de la terraza desciende agua por los escalones. Pronto –ilógicamente– los pisos superiores quedarán totalmente anegados, lo que facilitará su avanzar, nadando. ¿Saldrá por la puerta de la terraza a un apoyo de rocas en medio de las aguas para desde ahí, ya como sirena, perder marinos con su canto?
Ella usa las escaleras.
Y siente que es un corazón de carne en el interior de ese edificio, que es un gigante de cemento. ¿Será su movimiento por las escaleras el pulsar y latir que le da vida al edificio, al gigante?
A veces piensa que el espectro que se le apareció en el ascensor no quería hacerle nada en realidad. Tan sólo quería asustarla con su presencia para que ella ya no usara el ascensor. Como una trampa. Para que, por siempre, ella subiera por las escaleras.
Ella usa las escaleras...
17 de enero de 2011, lunes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario